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Son muchas las instituciones, manuales, expertos que separan el estudio de la lengua y el estudio de la literatura. Se consideran materias separadas, aunque nadie niega su relación intrínseca, puesto que la literatura está hecha con lengua (nadie niega su concepto de arte) y una de las manifestaciones de la lengua es a través de los textos literarios. En los mismos libros de texto, no hablo ya para estudiantes extranjeros, sino en los manuales de lengua y literatura para secundaria y bachillerato aparecen desligadas, habiendo en muchos temas de lengua y temas de literatura. Incluso en la titulación superior en Filología se encuentran asignaturas de lengua y asignaturas de literatura. Por este motivo, un profesor de idiomas, generalmente suele pensar que introducir algún texto literario en su clase, puede servir únicamente como complemento o “floritura” a los contenidos lingüísticos.
Aunque mucha gente haya considerado tradicionalmente “casi” incompatible la inclusión de la literatura en la clase de idiomas, esta realidad está en la actualidad cambiando. Es cierto que todavía queda mucho camino por recorrer a este respecto, puesto que sigue existiendo la creencia, por otra parte, de que los alumnos de L2 solo pueden enfrentarse a un texto literario cuando llegan a niveles avanzados o superiores. En este punto está el principal cambio que se debe hacer en la óptica desde la que se aborda la cuestión.
Es cierto que en todo momento el docente debe seleccionar adecuadamente los materiales que se utilicen en la clase de lengua, y, como no, entre ellos se incluyen los textos literarios (si se utilizan) y los no literarios. Últimamente además se fomenta el uso de los llamados “Realia”, que son textos extraídos de la realidad, es decir, textos tal cual se presentan en la realidad de los nativos porque así tendremos muestras reales de lengua y comunicación en la clase. Este fomento no solo está dedicado para los niveles intermedios o superiores, sino que la idea es que se haga desde niveles iniciales. La literatura podría usarse como “Realia”, y como no, desde los niveles iniciales. La clave la hemos marcado antes: la selección adecuada de materiales; sabiendo escoger bien los textos para los diferentes niveles, la literatura supone una fuente increíble de explotación lingüística y cultural. Por un lado podemos trabajar a partir de textos literarios la comprensión lectora (la lectura misma), la prosodia y pronunciación (trabajando la curva melódica, etc.), la comprensión auditiva (con la lectura en voz alta), la producción escrita (fomentando la creatividad a partir de modelos); y por otro, no menos importante, el aspecto cultural: la literatura forma parte de una lengua pero a su vez, esa lengua es cultura y la literatura es el reflejo de la misma.
Además la literatura introduce valores afectivos en el aula, ya que con su uso se pueden presentar muchos temas en la clase para tratar. Incluso el mismo hecho de leer literatura connota afectividad para muchos alumnos por tratarse de arte.
La literatura es una herramienta muy útil para la clase de idiomas, ya que es motivadora, atractiva para el alumnado (si no, está en nuestra mano hacérselo ver) y muy útil para el tratamiento de cuestiones lingüísticas y culturales en el aula de ELE.